18 de agosto de 2012

La noche


Justo en ese momento abrió los ojos. El sol se había ido hacía ya mucho tiempo, y la noche sin luna había llegado. Era la noche más oscura que podía recordar, tan oscura que incluso hasta la misma oscuridad tenía miedo de sí misma. La madera se quejaba en susurros del fuerte viento otoñal, logrando que éste, como hermano mayor que hace rabiar a su hermana pequeña, tuviera más ganas de seguir molestando. En el jardín los árboles cantaban una melodía ensayada a lo largo de los siglos y eterna como la vida misma.
De repente, todo se calmó: el viento, la madera y el cantar de los árboles. Si el silencio pudiera hablar, en ese momento gritaría de alegría, ya que todo, absolutamente todo, contenía la respiración.
El destino jugó una carta, haciendo que un relámpago iluminara la escena, logrando que la oscuridad se escondiera por un segundo atemorizada por tal ataque hacia su persona. Aparecieron sombras grotescas en paredes, suelo y techo. La madera se quedó quieta y asustada por tal despliegue de energía, y después… volvió la oscuridad. El silencio, triunfante seguía presente, feliz por su reciente victoria, aunque lo que no sabía, es que en pocos segundos, su alegría sería arrebatada por el trueno.
Y así, en medio de una celebración silenciosa, llegó el estruendo que hizo que toda la calma recogida por el silencio se rompiera en mil pedazos, haciendo temblar a la madera y, por qué no, a la oscuridad también.
Cuando la terrible sacudida terminó, los árboles comenzaron a cantar de nuevo y la oscuridad volvió a hacer acto de presencia. El viento volvió a molestar a la madera y la oscuridad volvió a su largo letargo. Todo parecía volver a su sitio cuando una luz parpadeante iluminó vagamente la habitación, entrando por lo que un día fue una ventana de cristal, ahora ahogada por la vegetación y desgastada por el tiempo.
Una elegante figura se incorporó y fijó sus grandes ojos en el origen de semejante misterio. Notó en sus huesos como la atmósfera cambiaba, cómo la oscuridad, derrotada y cansada por tanto ataque hacia su labor se marchaba discretamente para ir a otro lugar en el que podría trabajar sin interrupciones. La madera se quejó fuertemente cuando la figura empezó a acercarse a la ventana.
Lo curioso es que cuando nuestro protagonista alcanzó a ver el misterioso origen de aquella fuente de luz, toda la estancia  volvió a tensarse y a contener la respiración. Aquello que se reflejó en sus grandes ojos fue algo extraño, algo que no era común en el mundo de los humanos, y menos en el de los animales. Decidió investigar, armándose de valor.
Descendió hasta el límite del bosque y con el sigilo propio de los felinos, se adentró hacia la luz. Cuando estaba lo suficientemente cerca de su objetivo comenzó a rodearlo, intentando averiguar lo que era. Pero la luz era tal que no lograba ver nada, sólo una pequeña esfera tan luminosa como el mismo sol en miniatura. Paciente, se ocultó en unos matorrales y decidió esperar hasta que el sol volviera a aparecer, o hasta que la energía de aquella extraña bola se apagase.
Pasaron las horas y poco a poco la luz del pequeño sol se fue debilitando. Llego un momento en que nuestro protagonista pudo distinguir una pequeña forma… aunque todavía no lograba adivinar su naturaleza.
Notó un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, haciendo que su pelaje se bufara. En ese preciso momento la luz del pequeño sol se apagó. Las orejas de nuestro protagonista se concentraron atentas a cualquier sonido procedente de aquella dirección. Dejó pasar unos pocos minutos más, y tras ver que nada ocurría, que nada se movía ni hacía amago de levantarse, comenzó su marcha. Poco a poco, sus patas le guiaron hasta ahí, y cuando llegó… no había nada. Ni un rastro, ni un olor, ni una hoja quemada… nada.
Decepcionado, se quedó mirando el lugar donde creía que encontraría… lo que creía que encontraría. De pronto algo le golpeó la cabeza. Asustado corrió hacia su escondite durante esas últimas horas. Sus orejas miraban en todas direcciones buscando a su agresor, hasta que otra vez, volvió a surgir una débil luz, aunque en esta ocasión, ésta se movía rápidamente entre troncos y ramas, llenando de sombras el bosque. Nuestro protagonista seguía agazapado entre las hojas, esperando no ser descubierto por aquella extraña luz, que inevitablemente le iluminó, descubriendo así su escondrijo. Él, que no podía moverse debido al extraño encanto de su atacante, se quedó anclado en la tierra fascinado por si belleza mientas ella se acercaba despacio hacia él. La luz se fue apagando, hasta brillar lo suficiente como para que los ojos de nuestro protagonista pudieran adaptarse a tal resplandor y alcanzaran a adivinar, por fin, la forma de su extraño visitante.
Como un humano en miniatura, la criatura flotaba sobre las hojas caídas del otoño. No superaba en altura a nuestro querido protagonista, un elegante gato negro como la noche y de ojos claros como la luna. Se acercó lo suficiente y le acarició el hocico desplegando unas halas más transparentes que el agua y logrando aumentar su tamaño considerablemente. Miró directamente a los grandes ojos que le observaban fascinados y aterrados, y entonces, todo se paró.
Con una simple mirada, la criatura, una criatura caída de los cielos, le contó que debía cumplir una misión, allí en su hogar, la cual consistía en proteger los bosques de los humanos que los destruyen por egoísmo. Ella, una criatura nacida entre las estrellas de la noche más oscura, y con suficiente luz como para brillar igual un sol, dispuesta a cuidar de todo un bosque y protegerlo con su magia.
Al terminar, la criatura se separó, y dirigiéndose hacia el corazón del bosque dispuesta a cuidar de aquello que se le había encargado, dejó otra vez en la más oscura de las noches al bosque y al gato negro… una oscuridad tan negra, como la que precede al amanecer más claro.

2 comentarios:

Laura Chico dijo...

Que bonito... te superas patri de blas =D tienes personificaciones y metáforas muy buenas! podrías haber enviado este relato al concurso de relatos e ilustración que te dije. Yo ya envié el mío, aunque seguro que hay mejores.

P.D.: quiero un gato negro como eseeee!! xD

Detective Tiramisú dijo...

Muchas gracias Lau! Si que pensaba entregarlo, pero me di cuenta que superaba demasiado el nº de caracteres permitidos xD así que nada, hice otro y lo entregué... Un besico!!