28 de febrero de 2012

El incendio del número 7 de la calle Umbría

El día termina. El bosque cercano a la capital Himmel se prepara para una noche oscura y fría. Entre los árboles, ardillas, topos y pájaros escuchan que algo se acerca. El viento golpea las ramas desnudas de los árboles dormidos, y de repente, un carro oscuro como la noche que cae, atraviesa el camino dirección a Himmel.
Dentro del carruaje, tirado por dos corceles oscuros, está el investigador Logan. Su mirada se centra en la carta que días atrás llegó a su oficina. El remitente tenía el sello de la guardia de Himmel. El jefe de la guardia, un profesional en defender el orden dentro de las murallas, le pedía ayuda en un suceso extraño. Un caso peliagudo que precisaba del ingenio del investigador, como en otras tantas ocasiones.
El carruaje se detiene tras atravesar el porton que lleva al barrio de los mercaderes. El investigador pasaría esta noche en el Hotel Gerrs.
Al amanecer del día siguiente, el investigador se dirige a los barrios bajos en su carruaje para ver el escenario del crimen. El chófer detiene el carro en una calle paralela por petición del investigador.  “No es bueno llamar la atención” piensa Logan.
Baja y pide al chófer que aguarde unos momentos. Se dirige a un callejón oscuro y húmedo y cruza a la otra calle. Aparece frente al número 7 de la calle Umbría. Un mendigo está tirado en la acera, medio muerto por el frío, pero cuando el investigador se acerca al portal, este se levanta de un salto y se dirige hacia él.
– ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? – pregunta el mendigo.
– Soy el investigador Logan, y por lo que veo tú no eres un simple mendigo. El jefe de la guardia ha recurrido a mis servicios para este caso.
– Está bien. Daré parte al jefe del caso.
Tras la conversación, el guardia disfrazado de mendigo le abre la puerta del portal y el investigador entra en el inmueble.
El olor a putrefacción es repugnante, y la escena que observa Logan es menos agradable todavía. Un hombre sentado en una silla en el centro de la habitación le espera observándole con ojos mirando a la nada desde el interior de su propio vientre vaciado. Las tripas le cuelgan hasta el suelo, encharcado con una sangre oscura y ya seca. Las manos del individuo han desaparecido tras un corte sucio, casi parece que se las hallan arrancado retorciéndolas. Tras el cuerpo mutilado se halla en la pared el símbolo del hacha de Demon pintado con sangre.
Tras observar el macabro escenario y tomar algunos apuntes rápidos, el investigador ordena quemar la escena y el cuerpo para eliminar toda posible prueba. Nadie debería ver lo que sus ojos han contemplado.
Además, el jefe de la guardia le pidió expresamente que no corriera la voz. Si la gente de Himmel llegara a saber que Demon ha vuelto, y anda suelto por las calles de la ciudad, cundiría el pánico y la investigación se vería seriamente afectada.
Logan se aleja en dirección a su carruaje. El edificio arde en llamas mientras el sol se alza sobre los edificios en un nuevo día, y las gentes de Himmel empiezan a despertar.

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