6 de noviembre de 2011

Historias de Guerreros VI: Campamento Durei.

Cuatro  durei en total. Distraídos, aburridos. Uno habla y los demás escuchan. ¿Será el jefe? No creo. Parecen exploradores, espías del clan. Tienen comida como para saciar a toda una aldea… ¿Y los trasgos? No llevan los mismos ropajes que los trasgos de hace tres días… quizá no son los durei que buscábamos… aunque siguen siendo una amenaza para Himmel. Es posible que el trasgo nos mintiera.


Bajo del árbol y me dirijo a mis compañeros. La tensión es palpable. El faero no deja de mirar hacia el campamento improvisado de los durei. Ulkorn acaricia su hacha de dos filos en silencio y Alkar tamborilea sus dedos contra el mango de su espada a dos manos.

— Son cuatro, pero dudo que sean los que mandaron a los trasgos el otro día.

— ¿Cómo sabes eso?— me pregunta el faero.

— Los trasgos que están bajo las órdenes de unos durei visten los mismos colores y ropajes que sus amos. Los trasgos que nos atacaron y estos durei no visten igual. Creo que son espías, pero nada más.

— Son durei igualmente—interrumpe Ulkorn—. Enemigos. Tenemos órdenes de HImmel de acabar con cualquier durei que encontremos a nuestro paso.

— ¿En ese caso a que esperamos? Acabemos con ellos de una vez.

— Eres valiente, faero, pero ten en cuenta que ellos no son como los trasgos. Son guerreros entrenados y con sangre fría. No permitas que la sed de venganza te ciegue.

La voz de Alkar no sólo se dirige al faero. Todos estamos impacientes. Hace tres días que pensamos en este enfrentamiento, y ahora que está cerca no podemos controlar la adrenalina.

— Organicémonos. Yo puedo derribar a uno a distancia con un par de flechas. Mi puntería no fallará.

— No dudamos de ello— me asegura Alkar—. Bien. Cuando de la señal, dispara al que parezca más fuerte. En el mismo momento que las flechas impacten en él, nosotros saldremos desde diferentes posiciones hacia ellos. El factor sorpresa está a nuestro favor, así que aprovechémoslo.

Cada uno se dirige a un punto, haciendo el menor ruido posible. Me escondo detrás de un árbol. Tenso mi arco y apunto. Mi presa es un durei alto y musculoso. Sus brazos son los más tatuados, lo que signifa que ha tenido más victorias que sus compañeros. Cierro un ojo y centro mi vista en la cabeza. Los durei son duros pero si sabes dónde apuntar…

Alkar me hace la señal y libero las flechas.